“Se esfuerza por no
morir el hombre que ha de morir. Y no se esfuerza por no pecar el hombre que ha
de vivir eternamente”. San Juan de Toledo.
Si algo no tenemos en este mundo es perspectiva de vida
eterna. Todo es inmediatista, veloz, y busca una gratificación ¡ya! La
velocidad en la que vive el mundo es asombrosa, una velocidad sin dirección
alguna.
En el siglo XVI cuando Lorenzo Scúpoli escribió su obra “El
combate espiritual” el hombre buscaba a Dios, y sabía que Él es Perfecto y Santo,
por lo tanto el combate era obvio, para llegar a vivir eternamente en Dios debemos: resistir en un combate que nos lleve a la perfección, con el fin de llegar a
ser un mismo espíritu con Él, que según palabras de Scúpoli: “Es la mayor
hazaña y la más alta y gloriosa empresa que puede imaginarse”.
Hoy en el siglo XXI después de varios siglos
donde la humanidad se ha esforzado en sacar a Dios y la vida eterna de la
ecuación. Estos supuestos con los que Scúpoli trabaja ya no están tan claros.
Vivimos en una época oscura, donde la mayor hazaña y la más alta y gloriosa
empresa que puede imaginarse es: ser famoso, único, auténtico, vivir en el
placer, ser rico, prospero, o vivir en un bienestar absoluto y ser feliz. El
hombre que orbita sobre su ombligo es incapaz de ver las estrellas y hacerse
las preguntas existenciales que tan claras se planteaba el hombre hace
más de dos mil años ¿Cuál es el sentido de la existencia? ¿Qué hay más allá de
la vida? ¿soy creatura? ¿Hay Creador? Por ello esta serie de escritos están
dirigidos a aquellos que creen que Dios existe y que envió a su Hijo único para
salvarnos Jesús quien murió por nosotros y resucitó para darnos vida eterna.
Para aquellos cristianos que están dispuestos a combatir por unirse a él, por lo
verdadero, lo bueno y lo bello. Para aquellos que son capaces de levantar su
mirada más allá de sí, vencer su comodidad y luchar hasta vencer en Aquel que
ya venció.
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