viernes, 14 de agosto de 2015

3530000 Combate espiritual

Nuestro mundo se esfuerza por imaginarse sin Dios, canta los mantras de la autosatisfacción, de la autonomía, de la autosuficiencia y de la autorrealización. Nuestro mundo grita: ¡placer!, ¡libertad!, ¡prosperidad! y ¡felicidad!, pero lo grita de espaldas al único que puede proveer en verdad estas cosas, lo gritan de espaldas a Dios, negándole, y negando así todo lo espiritual. 
Es un mundo dedicado a lo sensorial, al artificio, al lucro y a lo inmediato. Dejándose arrastrar por ofertas engañosas, que lo único que hacen es alejarles de la verdad y de Dios. Un mundo que se sitúa en clave egoísta, que hace que cada quien vele por lo suyo. Sus propios intereses, así el único sentido que encuentra el egoísta para agruparse es el utilitarismo puro y duro, corriendo tras de la realización de su utopía personal, donde palabras como “bien común”, “servicio”, “sacrificio”, “entrega” son al parecer provenientes de una lengua muerta pues no se entienden y mucho menos se apropian.
Pero el mundo ha tenido siempre estas propuestas, claro está no con la intensidad, la frecuencia y el poder que dan las nuevas tecnologías, un mundo cada vez más pequeño, donde todo aparenta estar a la mano.

La respuesta del hombre ante la realidad contemporánea no puede estar en el vacío, la nada, el individualismo y la indiferencia. El hombre para que despierte a esta realidad lo primero que debe es convencerse que está en un combate, un combate espiritual.

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